Cultura

Cempoala y Quiahuiztlan, el umbral de la empresa de conquista

Entre finales de abril y mediados de agosto de 1519, el capitán extremeño Hernán Cortés fraguó un pacto estratégico que le dio la confianza de incursionar tierra adentro. Cempoala y Quiahuiztlan, en el hoy estado de Veracruz, deben reconocerse como el umbral de la empresa de conquista, alianza en la que españoles e indígenas disidentes de la Excan Tlatoloyan o Triple Alianza, vieron un beneficio mutuo.

 

Así lo consideró el académico de la Universidad Veracruzana (UV), Sergio Rafael Vásquez Zárate, durante un conversatorio transmitido por el canal INAH TV en YouTube, preámbulo del III Coloquio “La Visión Antropológica de la Conquista del Cemanáhuac”, organizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a realizarse en agosto próximo. Más allá de las ambiciones de Cortés, en su conferencia el investigador puso énfasis en la rebelión de Cempoala y su área de influencia contra el Imperio mexica.

 

A diferencia de las dos incursiones precedentes, indicó, la expedición hispana de 1519 se dedicó a explorar la costa y a recuperar oro, y en esta zona estableció contacto con los totonacos, entonces sometidos por los mexicas.

 

Cempoala era el asentamiento más grande que las expediciones españolas habían conocido, hasta ese momento, en el continente americano. Admirados por su tamaño y desarrollado sentido de urbanismo, la compararon con Sevilla y la llamaron “Villa Viciosa”, por su auge y prosperidad.

 

 

Para ese momento, las primeras décadas del siglo XVI, Sevilla era la joya de España con casi 30 mil habitantes, y Cempoala no estaba lejos de esa cifra. En su zona de influencia, de aproximadamente 40 km, a partir de su centro ceremonial, limitado por el río La Antigua y hasta alcanzar parte de la Sierra de Chiconquiaco, había entre 20 y 30 pueblos sujetos a esta capital regional”.

 

 

El arqueólogo, quien junto a un equipo ha realizado investigaciones en sitios del centro de Veracruz vinculados a estos hechos, detalló que en esta área había diversos nichos ecológicos: dunas costeras, manglares y planicies, además de campos irrigados para elevar la producción agrícola, de los que se obtenía parte del tributo que era llevado a Cempoala, y de ahí a México-Tenochtitlan.

 

En pleno centro ceremonial de Cempoala, las huestes hispanas fueron hospedadas por el jefe local, Chicomácatl, referido en las crónicas como “el Cacique Gordo”. Allí, interactuaron con la población local y mediante intrigas, simulaciones, mentiras y promesas, los españoles captaron el añejo descontento de sus anfitriones contra el Imperio mexica.

 

Durante la convivencia, Cortés se percató de sus aspiraciones y temores, de sus prácticas religiosas e ideologías y del gran malestar de los cempoaltecas, así como de los pueblos subordinados, entre los que destaca Quiahuiztlan, por ser el lugar donde se gestó el pacto con diversos caciques de la planicie costera.

 

 

El conflicto de los pueblos de la costa frente al yugo mexica era muy añejo, había rencores profundos y en esta región se dieron rebeliones previas a la llegada de los españoles, como la de Cotaxtla, la cual fue duramente sofocada. El encono inclinó la balanza. Así, durante la estancia de Cortés en Cempoala y Quiahuiztlan, se fraguó la incursión hacia el Altiplano”, refirió el profesor de la Facultad de Antropología de la UV en la ponencia hermanada con la campaña “Contigo en la distancia”, de la Secretaría de Cultura.

 

La cifra de tropas cedidas a Cortés varía, “lo cual es comprensible porque los españoles subestimaron a sus aliados indígenas en sus crónicas y cartas de relación, porque esto habría opacado su campaña de conquista, y debían exaltar sus méritos militares. Una cifra moderada ronda alrededor de dos mil efectivos indígenas, los cuales se sumaron al avance hacia Tenochtitlan, lo que quintuplicó la expedición original del capitán extremeño”, anotó Sergio Vásquez.

 

Para mediados de agosto de 1519, la expedición fuertemente apoyada por guerreros, tamemes y estrategas totonacas, partió hacia la sede de la Excan Tlatoloyan o Triple Alianza, con las consecuencias conocidas.

 

La ciudad que los españoles creyeron de plata, cayó en el olvido y se despobló como consecuencia de las enfermedades y la implantación del nuevo régimen de dominio.

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